Su historia...

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Los tres elementos que constituyen la composición tripartita no han sido contorneados ornamentalmente ni adheridos sus bordes por completo al tejido en esta sencilla obra votiva. La estampa y el retrato de la donante están anclados en sus ángulos por coloridas puntadas y la cartela encajada en el marco.​ Una sencilla cenefa bordada recorre el perímetro de la obra votiva, con ramos angulares direccionados hacia el centro del soporte textil, donde las fotografías de la Virgen de Zuqueca y el retrato de Felisa han sido colocados escalonadamente. La enlutada donante,  en actitud orante, suplica  (con las manos juntas a la altura del pecho) a su patrona que se encuentra bajo palio, sobre el altar montado para celebrar el novenario de la Virgen de Zuqueca.

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La fotografía analógica en blanco y negro, tomada en el interior desnudo de una humilde habitación, acrecienta la desdicha sufrida por la devota, que arrodillada sobre una áspera alfombra (que cubre parcialmente un pavimento de baldosas de barro) aprieta los labios, mientras eleva la mirada y entrecruza las manos recreando la desesperación de su súplica. La sencilla vestimenta (falda larga de vuelo, camisa sin puños y  toca de lana sobre la que aflora un cuello alto) denota la pobreza de la granatuleña en disonancia con la vestimenta suntuaria de la Madre Celestial, ataviada con conjunto orfebre de plata de coronas y rostrillo y traje de seda bordado en oro, rematado por exquisitos encajes del siglo XIX. Grandes arracadas penden de los lóbulos de sus orejas, como único complemento femenino de un rostro surcado por  desdichas. 

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Técnicamente el bordado está confeccionado a matiz cortado, sin pretensión alguna de aplicar graduación de tonalidades ni de difuminar las hebras mezclándolas; curiosamente, la artesana borda círculos concéntricos en algunas flores con hilván, o a punto atrás, y líneas en paralelo en las hojas (como en el cuadro votivo que se encuentra próximo a él: Ntra. Sra. de Zuqueca entre los bordados de Dorotea). No mezcla las puntadas como se hace en el matiz habitual, sino que borda realces en paralelos “punto de matiz cortado” (imitando la técnica de los bordados industriales de las flores de seda de los mantones de Manila). La ornamentación vegetal es adornada con lentejuelas diseminadas como se cosieron en el cuadro La Virgen de Zuqueca entre bordados de Dorotea de 1920, y se seguirá haciendo en otros posteriormente. No es atrevimiento atribuir la factura del exorno bordado a la joven granatuleña Dorotea Gómez que contaría con la edad de 16 años.​ Este estilo de bordado con decoración de abalorios de lentejuelas  se repite en otros dos cuadros  de este Santuario donados en la década de los años 30 del s. XX: Recuerdo con lentejuelas de Luciana Gómez Vallez de 1931 y Recuerdo de Josefa Vázquez con su hijo de 1935. 

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El marco es semejante al de Luisa Lorente pidiendo por su esposo Vicente Gómez (1903.EXV01.TEXTIL01VZ). Tiene una doble moldura en relieve, una sencilla en el interior y una exterior lisa más ancha con dos incisiones remarcándola en todo su perímetro en paralelo. 

 

Misceláneas y curiosidades​

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• La estampa-retrato fue  realizada por el fotógrafo almagreño Océano Lisardo López antes de 1920. Esta misma fotografía se aporta en otros exvotos que se encuentran colgados en el atrio como:  Ntra. Sra. de Zuqueca entre los bordados de Dorotea Gómez (donado tres años antes, en1920) y pervive en donaciones de exvotos  hasta el año 1948: Recuerdo de Juana Ciudad (1948) en la que esta representación icónica de la Virgen será la ofrenda.

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• La lentejuela era un abalorio muy generalizado en uso con el bordado en oro. En el “Estandarte Viejo”  de la Virgen del s. XIX las  gentes granatuleñas podían contemplarlo.

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• En cuadros-recuerdo de otros Santuarios Calatravos  se cosen también lentejuelas y cuentecillas de cristal  como abalorios plásticos que enriquece el exorno del bordado popular.