Su historia...

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Envuelta por un bordado multifloral de peonías, amapolas, lirios, flores de pasión, campanillas, violetas…, sombreadas con diferentes graduaciones de color en matizados con hilos de algodón, se encuentra la  composición simétrica tripartita característica de los cuadros votivos narrativos sobre un inusual tejido de seda color rosa. En la parte celestial (bajo el travesaño superior del marco, centrada), dentro de un pequeño óvalo vertical enmarcado por un cosido de perlas remarcadas por cordón de algodón, se presenta la imagen de la Virgen, dejando ver al completo de su vestimenta suntuaria el corpiño largo (casaca) y la corona con resplandor. La Divina Patrona del Monte de la Moheda sostiene la “vara florida” en la mano derecha y a su Niño en la izquierda; asoma entre zarcillos de amarillentas y anaranjadas campanillas colgantes de exuberantes rosas rojas (peonías) con parejas de capullos, que nacen de los ángulos superiores rematados por un motivo floral abstracto bordado en tonos blanco y azul a realce con centrado punto tallo. Como estas flores angulares, surge simétricamente otro ramillete, igual al anterior, que enlaza el plano divino (la imagen de la advocación) con la fotografía analógica. 

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El retrato familiar, en blanco y negro, queda centrado en la composición. La familia  vestida con sus mejores galas posa en un patio. Ramón Calzado, sedente, sostiene sobre su pierna derecha a su nuevo retoño vestido con faldón largo de bautizo, mientras que en la mano izquierda sujeta entre sus dedos un cigarrillo. Padre e hijo centran la composición fotográfica siendo acompañados por las mujeres de la familia. La joven esposa, Leovigilda Díaz, y la niña permanecen de pie mostrando con ambas manos sus abanicos a medio abrir, mientras  descansan sus codos en los hombros del patriarca. La madre viste de largo, con cintura marcada; el corte del canesú es adornado por  encajes sobrepuestos y por un gran broche; el doble cuello alto es fruncido a modo de gargantilla; las mangas abullonadas al surgir de los hombros, se ciñen en los codos y  las muñecas son rematadas con puntillas rizadas de encaje semejantes a las del cuello; un alto moño recoge su cabello largo y despeja la frente luciendo un alto y ahuecado tupé. La mocita, con el cabello recogido por detrás en trenza, porta sobre su cabeza un vistoso sombrero de bouquet de flores; viste de claro, con un vestido midi también con canesú adornado por cintas y puntillas sobrepuestas sobre un textil liso en consonancia con la tonalidad de las rayas del tejido base del traje; el cuello también es tapado por doble fruncido de encajes que semejan una gargantilla, y la manga larga;  calza botines altos y su mano derecha está ensortijada. 

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La fotografía, testimonio de gratitud, está enmarcada por un doble cordoncillo de seda ocre claro que destaca el formato rectangular; las esquinas y los puntos medios del encuadre exterior son resaltados por el cosido de blancas perlas que son rodeadas por el cordón con la misma técnica que la mandorla de la Virgen. Todo el espacio central también es perlado, cosido a mano, a modo de marco fotográfico.

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A modo de peana, debajo del plano terrenal, son bordados dos pajarillos con ojos de cristal, confrontados con alas desplegadas y picoteando una rosa; posados sobre sendos ramajes están camuflados entre azucenas, flores de pasión, amapolas, violetas… . Estas dos ramas florales, cuyo dibujo se ha distribuido simétricamente se expanden más allá de la mitad inferior del exorno del cuadro-recuerdo. 

 

Ocupando todo el ancho de la zona inferior del rico textil, se encuentra bordada la cartela, remarcada con el mismo modelo de doble cordón de seda que el retrato familiar. Su texto que ocupa una única línea horizontal sobre el tejido, dice:

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“Ramón Calzado y Leovigilda Diaz, hacen este obsequio á N. S. del M.” 

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La epigrafía ha sido bordada a mano con hilo de algodón naranja a punto tallo, en ocasiones doble para realzar a modo de matizado. La tipografía utilizada es cursiva hacia la derecha con serifa en las mayúsculas. Esta escueta leyenda no informa de causa alguna de infortunio, y emplea la palabra obsequio, por lo que estamos ante un cuadro votivo que es una “ofrenda”. 

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La ofrenda enmarcada sin cámara de aire y su marco se encuentra repintado con purpurina dorada.

 

Misceláneas y curiosidades​

 

• ​En el museo, mirando alrededor, se pueden encontrar cuadros-recuerdo con:

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> Idéntico dibujo del bordado, pero de diferente factura, al ser bordados a máquina manual con aros y a pedal.​

> Idénticos detalle de “aves confrontadas sobre una rosa”.

> ​El mismo modelo de enmarcación.

 

• Este es el único cuadro-recuerdo cuya temática es  un bautizo y primera ofrenda con testimonio visual plástico de este rito de iniciación cristiana, que desde la década de los setenta del pasado siglo XX se prodigarán en el coro de la Ermita Grande de este Santuario y en otros santuarios calatravos marianos, como el de la Virgen de las Nieves y el de la Virgen de los Santos como puramente exvotos fotográficos. 

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