Su historia...

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Una ancha cenefa “tejida” con hojillas de latón y aplicaciones de chenilla con motivos florales, enmarca la escena del infortunio, un dormitorio. Domingo Martínez integra en el escenario la representación celestial con el primer retrato de la Virgen de Zuqueca que se conoce, simulando estar dentro de un oratorio, que se ha ornamentado con una greca vegetal estrecha guiada por tallos metalizados (hojillas de latón) y que encuadra la fotografía analógica en blanco y negro que se encuentra difuminada por la pérdida de emulsión.

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La Virgen gravita, subida en sus andas blancas sostenida por dos ángeles; viste traje cónico de brocado en consonancia con su Hijo (no se conserva actualmente); su rostro es perfilado por un rostrillo de plata y sobre sus sienes y las del Niño descansan sendas coronas nimbadas del mismo metal que el enmarque del rostro que se siguen utilizando actualmente, así como la media luna (datada en el s. XIX al igual que el conjunto orfebre) es depositada a los pies de la  Señora de Oreto, presentándola ante el pueblo granatuleño como madre universal y dispensadora de gracia. El Niño porta orbe de plata montado sobre el esculpido. 

La estampa-fotográfica ha sido pegada al soporte de papel y ornamentada por Domingo Martínez.  El collagista recortó el retrato de la Virgen para simular que está sobre el altar del oratorio de una alcoba, donde transcurrió la convalecencia de la enfermedad de Vicente Gómez. El material que se ha utilizado, para dar textura y luminosidad al rincón sagrado, ha sido recortes con simulación de chenilla (limpiapipas) y hojillas de latón doradas y rojas.

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Esta fotografía analógica en blanco y negro (atribuida a Vicente Rubio) es la primera fotografía de la Virgen de Zuqueca y la primera estampa-retrato de cuerpo entero de la imagen de Nuestra Señora sobre andas sin varales. 

El artesano traza el suelo dibujando a mano un ajedrezado inclinado de color azul, que le sirve de base para la recreación de la convalecencia por enfermedad, sobre el que distribuye las siluetas de los personajes (la donante María Luisa Lorente en actitud orante y, posiblemente, un hijo junto a los pies de la cama) y el escueto mobiliario (la cama exquisitamente vestida con colcha roja y sábana de encaje, sobre cuyo embozo asoma la cabeza de Vicente, y una elegante silla con asiento de enea). La pared rompe la profundidad con un cuadro oval religioso alusivo al corazón de María y una ventana entreabierta que permite entrar el aire al estar la cortinilla corrida y recogida a un lado.

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Vicente convalece acostado, arropado por colcha y sábana de encaje de bolillo, acompañado por un familiar, bajo la protección de otra advocación. El collagista ha detallado al cabecero de la cama con hilo metalizado plano (hojilla de latón) y círculos de papel ahuecados. La colcha simula estar bordada a chenille (limpiapipas) y para realzar el embozo ha utilizado trocitos de puntilla y entredós de encaje de bolillos. Al entredós se le conoce como “vilanos”. Está realizado con hilo de algodón blanco del nº 20 y se han empleado 10 pares de bolillos; La puntilla es de onda de medio punto con carrerillas, también tejida con hilo blanco de algodón del nº 20, utilizando 8 pares de bolillos para su creación.

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Las dos partes de la composición de este exvoto de alcoba (la Virgen y la escenificación) se conexionan por la posición y mirada de la donante y el descuadre de la silla. 

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Bajo el suelo dibujado, con una perfecta caligrafía y en siete líneas guiadas el artesano cuenta en la cartela: cuándo ocurrió la enfermedad y a quién, cuándo se dona, al tiempo que se autopublicita (como hace habitualmente en todos los exvotos de su autoría). Domingo escribe con tinta ferrogálica en letra cursiva con serifa. Esta estructura de leyenda marcará el estilismo a las posteriores cartelas de cuadros votivos del Campo de Calatrava, como Atropello que se encuentra en este Santuario. 

  

Misceláneas y curiosidades

 

• En santuarios calatravos se conservan actualmente seis obras del collagista granatuleño, repitiéndose en los cinco collages votivos de alcoba los mismos elementos espaciales para recrear el intimismo de la convalecencia del enfermo: ventana semiabierta, cortinilla corrida, cuadros de otras advocaciones y camas de cabecero altos, vestidas con ricas colchas sobre las que sobresalen el delicado embozo bordeado por anchos encajes. Este collage devocional que estamos analizando, el más antiguo de la colección de cuadros votivos del santuario oretano,  lo realizó Domingo Martínez ya anciano,  a la edad de setenta y tres años.​

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• En las obras de artesano pozoleño Santa María siempre está presente en el oratorio del dormitorio.

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• Según cuentan los mayores de Granátula de Calatrava, con esta vestimenta fue amortajada Doña Joaquina Sandoval Fuentes, señora muy devota y camarera de la Virgen en el momento de su muerte.

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• ​​Desde el s. XIII se conoce la existencia de la labor del encaje de bolillos en Almagro, aunque será con la llegada de los Fuggers en el s. XVI  (durante el reinado de Felipe II) cuándo se enriquezca de nuevas técnicas y se haga habitual que las mujeres de Campo de Calatrava hagan encajes de bolillo, como actividad alternativa a sus labores domésticas y a las labores del campo. Esta práctica conlleva enriquecer su dote y aportar un dinero remanente para sufragar los gastos rutinarios de sus humildes hogares.